24/08/11 - Los enfoques de este artículo están blindados porque los argumentos que aquí se esgrimen no responden a una corriente política cualquiera, aunque me defino como muy de izquierda. Para desnudar la verdad y arribar a conclusiones basta analizarlos con un poco de objetividad, realismo, compromiso con el hombre y la humanidad toda, con las cosas buenas, con la prosperidad y perpetuidad de la especie humana, sin ingenuidad, exceso de entusiasmo o de odio, sin sordera cartilaginosa.
Dentro del quehacer periodístico de las trasnacionales de la “información” del planeta, es en extremo recurrente el tema de la libertad de expresión. Pareciera que en el planeta Tierra, hablar y expresarse es lo que más necesita el hombre. El derecho a vivir en paz, a acceder a los alimentos, a la vivienda, la educación y otras, son libertades menos populares que la tan preconizada libertad de palabra.
No importa incluso si la inconformidad que motivó la protesta se resuelve o no, de eso no se habla, basta con protestar. Sobre todo si hablamos de países donde sus intereses se tambalean y donde pierden terreno porque el gobierno legítimamente elegido por la gente, reclama su papel. Es una total hipocresía que a estas alturas debería estar muy clara para todos.
Esta gente gobiernan con mano invisible incluso fuera de las fronteras de sus países y luego te enteras que tienen que ver con tal o mas cual golpe de estado, o que mientras se acababa el mundo ellos proyectaban dibujos animados, entre otras atrocidades. Han secuestrado muchas veces el ejercicio del pensamiento que dicen defender puntillosamente sin entenderlo en lo más mínimo.
Resumiendo, nos mandan a expresarnos contra lo que les resulta incómodo, silencian lo que deberíamos saber para protestar, se hacen eco de las confusiones que generan para producir noticias (dinero) y así el ciclo se repite desde hace decenas de años sin que muchos hayamos despertado de ese letargo todavía.
En nuestra experiencia como cubanos, defensores de cuantas libertades podamos acaparar sin irresponsablemente entregar el país, el tema de la sacrosanta libertad de expresión es una línea permanente de difamación mediática.
Volvemos al análisis anterior, estos señores enfocan la cosa, como si en una marcha por la calle 23 del vedado (en la Habana, Cuba), los campos florecieran, las divisas internaciones de los bancos cubanos se quintuplicaran, nuestras limitaciones e inefectividades propias se resolvieran y las personas de la noche a la mañana solo por marchar conocieran la verdadera felicidad. ¡Que superficialidad!
Fíjense que no hable de 20 millones de dólares que el senado de los yankees liberó en medio de la crisis, para pagar gente que haga eso en Cuba, ni ningún otro tema políticamente complejo para nadie. Es por eso que en mi país los que se prestan al jueguito y el coqueteo son cuatro gatos.
Mientras nos instan a manifestarnos, a que nuestro gobierno olvide que los cuatro felinos son asalariados de un gobierno extranjero, nosotros sabemos que la solución no está en desunirnos y desmovilizarnos, que los EE.UU. y sus socios informativos, de lograr destruir el proceso histórico vivido por este país hace más de cincuenta años, tampoco resolverían ningún problema como no lo han resuelto ni en su país, ni en Puerto Rico.
Es por eso que en mi país sigue adelante la Revolución y no por la implícita falta de virilidad que se le imputa de carambola a este pueblo al tacharlo “cuidadosamente” de sumiso y permisivo.
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